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 | Obispo Ronald Hicks

Catequesis – Evangelización – Fe en Acción

Días después de haber sido instalado como el sexto obispo de la Diócesis de Joliet, una pregunta común comenzó a surgir con frecuencia, "Obispo, ¿cuál es su visión para esta diócesis?" Al principio, mi respuesta a esta pregunta fue entrecortada y dispersa.

Sin embargo, recientemente mi respuesta se ha vuelto más precisa y sucinta. Con mucho tiempo dedicado a la oración delante de nuestro Señor Sacramentado y en discernimiento a través de conversaciones con el clero, religiosos y laicos, mi visión se comenzó a crear y a tomar forma.

Mi visión se edifica sobre la hermosa y profética carta pastoral del Obispo Emérito R. Daniel Conlon, “Ve,” él dijo. En la carta, él nos exhorta a convertirnos en discípulos misioneros. Si vamos a ser una Iglesia que realmente abrace el discipulado misionero, necesitamos tener un plan de acción en común.

Por lo tanto, me gustaría aprovechar esta oportunidad para compartir mi visión con ustedes. Contiene sólo tres movimientos y cinco palabras: Catequesis — Evangelización — Fe en acción. Empecemos reflexionando sobre el primer camino o paso: la catequesis.

La catequesis reside en nuestro intelecto. Pretende que hay algo que conocer sobre Dios y la Iglesia. A veces, sentimos que hemos hecho este camino con nuestra educación religiosa o las clases de catequesis para nuestros niños. Sin embargo, aprender acerca de Jesús no debe concluir en el octavo grado. Estamos llamados a aprender sobre la fe toda la vida, porque siempre hay algo más que aprender. Todos aprendemos de diferentes maneras.

No importa en qué etapa de la vida estés, te animo a leer un libro sobre la espiritualidad o la teología católica, o a sintonizar un podcast, asistir a un estudio bíblico o a una charla en tu parroquia local, etc. (¡El hecho de que estés leyendo este artículo demuestra que estas abierto a aprender más acerca de tu fe!) Hay muchas opciones; el punto es seleccionar algo que te ayude a crecer intelectualmente en tu fe.

A medida que la sociedad continúa volviéndose más indiferente hacia la fe y moviéndose a una visión más secular del mundo, existe la tentación de pensar que la catequesis resolverá todos nuestros problemas. Que una vez que las personas estudien, lean y conozcan a Dios, entonces se convertirán y abrazarán ardientemente la fe. Sin embargo, un ateo puede estudiar todo acerca de Dios y el catolicismo y luego usar esa información contra nosotros. Por lo tanto, mi visión no termina con la catequesis; es sólo el principio. 

Pasemos ahora al segundo movimiento: la evangelización. Este movimiento se mueve de la cabeza al corazón. Nos motiva no sólo a conocer a Jesús, sino también a conocerlo y amarlo. Conocer sobre Jesús y conocer a Jesús puede sonar como lo mismo, pero son cosas muy diferentes.

Conocer y amar a Jesús significa que aceptamos y nos regocijamos de que Él es real. Reconocemos y proclamamos que Jesús nació en Belén; vivió, sufrió y fue crucificado; murió y al tercer día resucitó de entre los muertos. Cuando confesamos que, a través de su pasión, muerte y resurrección, él ha ganado para nosotros el don de la salvación, entonces creemos verdaderamente que Él ha resucitado y, sí, Él está vivo. ¡Él nos ama, y lo amamos! Y, queremos compartir ese amor con la próxima generación.

A través de la evangelización, una vez que tenemos este encuentro con el Dios viviente, es cuando todo cambia. Es entonces cuando orar e ir a Misa pasan de ser solo una obligación a un deseo profundo. En otras palabras, vivir una vida con Cristo a través de la Iglesia, la Eucaristía y los sacramentos y la comunidad se convierte en una prioridad sobre los deportes, salir a comer y las compras. (Por cierto, no hay nada intrínsecamente malo en los deportes, las salidas a comer y las compras. El problema es cuando reemplazan a Dios como el centro de nuestras vidas y nuestros domingos.)

Si hemos sido verdaderamente evangelizados, entonces estamos en el camino a la santidad como los santos. Aún en medio del pecado, la decepción, la frustración y la posible persecución, nos quedamos con Cristo y la Iglesia. Nos convertimos como San Policarpo, a quien se le dijo que, si dejas la Iglesia y renuncias a Cristo, entonces tu vida sería salvada. En cambio, escogió el martirio y dijo: “Poderosos 86 años he servido a Cristo, y no me ha hecho mal. ¿Cómo entonces puedo blasfemar a mi Rey que me ha salvado?”

Una vez que hemos sido catequizados y evangelizados, entonces nos movemos al tercer camino: la fe en acción. Porque, si sabemos de Dios y también conocemos y amamos a Jesús, entonces deseamos amar a Dios y a nuestro prójimo. Seremos impulsados a ministrar y servir a otros.

Esta actividad misionera de la Iglesia se ve diferente en todas nuestras parroquias y escuelas. Todo el mundo es guiado por el Espíritu Santo para poner la fe en acción de diversas maneras, incluyendo acercarse a los pobres, a los no nacidos, a los marginados, a los hambrientos, a los desamparados, al huérfano y abandonado, el prisionero, el extranjero, etc.

Lo importante es que relacionemos nuestra fe en la acción con la catequesis y la evangelización. La Iglesia no es sólo otra agencia de servicio social. Servimos al prójimo no sólo porque somos personas buenas y/o porque queremos contribuir al bien común, sino también porque, como católicos servimos, ministramos, donamos y trabajamos como voluntarios porque conocemos a Dios y conocemos y amamos a Jesús.

En otras palabras, como discípulos misioneros, seguimos el gran mandato de Jesús inscrito al final del Evangelio de Mateo, “Vayan entonces y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y, recuerden, estoy con ustedes hasta el final del mundo.”


Para ver al obispo Hicks hablar más sobre su visión para la diócesis, clic en este enlace: https://youtu.be/CGKlGhiBgcw